En tiempos de los poetas de generación propia.

Hubo un tiempo en que los poetas no formaban en legiones, sino en generaciones. Jaime Gil de Biedma fue el paladín de la suya, la de los 50.

Él fue el primero que me habló de poesía, allá por los años sesenta.

Fue uno de los grandes poetas españoles de la Generación del 50. Nació en nuestra Barcelona. Su poesía volaba sobre sentimentalismo clásico para adoptar una mirada irónica, lúcida y a menudo dolorosa sobre la vida, el paso del tiempo, la identidad y el deseo.

Jaime fue poeta comprometido con su tiempo. Aunque con perfil ideológico marcado por el momento, nunca pudo afiliarse. El PSUC, el Partido Socialista Unificado de Catalunya, es decir, el Partido Comunista, le veto la entrada por su condición sexual.

Su estilo poético se caracteriza por un lenguaje claro, directo y elegante, que hace que sus versos resulten cercanos y profundamente humanos. A pesar de haber escrito poco en términos cuantitativos, su influencia es enorme dentro de la poesía española contemporánea.


“No volveré a ser joven”, su gran poema.

Este poema es uno de los más conocidos y celebrados de Gil de Biedma. En él, el poeta reflexiona con melancolía e ironía sobre el paso del tiempo y la pérdida de la juventud. Desde los primeros versos:

“Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde…”

el lector se ve confrontado con una revelación que a todos nos llega tarde o temprano: la conciencia de que el tiempo es limitado, y que las oportunidades de juventud no volverán.

El poema avanza con un tono confesional, casi como un monólogo interior, donde el poeta asume con resignación el envejecimiento, pero también lo observa con cierta distancia irónica. El verso final, “envejecer, morir, / es el único argumento de la obra”, resume esa mirada desencantada pero lúcida de la existencia.


Este poema, sencillo en forma pero profundo en contenido, ha calado hondo en generaciones de lectores, por su capacidad de expresar verdades universales con claridad y elegancia. Tal vez fui uno de los primeros en poder leerlo. Por eso he querido homenajear a Gil de Biedma con una poesía de evocaciones a su poema

Ingenua quimera

Soy consciente de que solo vivimos
los días disfrutados;
los otros se perdieron por estériles.
Por eso me sigo llevando la vida por delante.
Y todo eso que llamamos, tiempo
quizás solo sea pretérito imperfecto.
O lo que algún sabio ha dicho:
El espacio que transcurre pensando en el futuro.
Por eso siempre viajo
un paso por detrás de los espejos,
como un dragón milenario
buscando eternamente, poema y milagro.
Me engaño, y desdeño envejecer de alma.
porque no existe más que este momento.
Aun sabiendo que, la vida y la muerte,
van, como dijo el poeta, muy en serio.
Retengo al amor, a la belleza y al tiempo.
Creo las dimensiones de mi propio teatro,
con el argumento de una cronoquinesis quimérica.
O eso, ingenuamente, creo.
Ingenua quimera

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